viernes, 11 de junio de 2010

Tiempo...

Ahora que todo está oscuro veo la claridad, dejé atrás las luces que deslumbraban y me cegaban. Bah, ¿qué más da? ¿a quién le importa? A mí, a mí me importa, y eso es suficiente, no busco respuestas, ni siquiera tengo la intención de que alguien lea esto, no busco nada, solo quiero escribir esto, dejarlo suelto, dejar que vuele; en cierto modo es como soltar un pájaro y dejarlo volar, quizás alguien lo encuentre y le alegre la mañana, quizás vague por el mundo sólo y libre, quizás aturdido por la libertad repentina que se le ha concedido de golpe se choque contra un muro al no saber hacia donde ir.
¿quién te acepta?¿qué buscas?¿qué quieres? Nadie, Nada, nada. En realidad, no me importa, no busco nada, no espero a nadie, no quiero nada en especial. El tiempo dirá.
El tiempo, el tiempo es lo único que puede enseñarte lo que de verdad quieres aprender, nada ni nadie más que él tiempo puede. Por eso aprendemos tan lento, porque vivimos con prisa.
Hoy voy a vivir despacio y a dejar que el tiempo invada mis silencios, quiero ver como me rodea y me dice ¡soy tuyo, haz lo que quieras conmigo! Nunca esa frase me excitó tanto que cuando me la dijo el tiempo, cuando está a mi disposición y puedo moldear lo que hago, elegir qué hacer con él, ver como pasa o mezclarme con él y hacer que cada segundo sea único o simplemente, dejar pasar cada segundo sin siquiera prestarle atención. Puedo enfadarme porque pase tan deprisa, o tan despacio. Puedo hacer lo que quiera con él y me encanta. Me encanta poder elegir, tener el tiempo para hacerlo, pero soy como el pájaro al que soltaron, llevaba tanto tiempo sin que el tiempo me dejara estar a su lado que ahora me choco contra un muro.
Tiempo, tiempo, tiempo, sólo quiero un poco más de tiempo ¿para qué? para acostumbrarme a tener tiempo, aunque después me lo vuelvan a robar.